Hasta comienzos del Siglo XVIII nuestra región fue carente de todo interés para los conquistadores, ya que eran consideradas tierras desprovistas de metales preciosos y extendidas hacia el lejano sur muy distante de un mundo que tenía como centro a España, Francia, Inglaterra y Portugal. Los afanes expansionistas de las potencias rivales preocuparon al gobierno español decidiendo realizar la fundación de Montevideo en 1726.
Los primeros años del Siglo XIX transcurrieron llenos de luchas y revoluciones independentistas, primero contra el gobierno español y luego las guerras contra el Imperio de Brasil. A partir de 1828 una vez constituido como Estado independiente se generó un clima adecuado que ayudó para los primeros desarrollos agrícolas y comenzó a difundirse la viticultura.
Poco duró la paz y estas pocas experiencias no llegarían a buen término y configuraron un fracaso debido a las luchas internas (Guerra Grande de 1839 a 1851). Fueron años muy críticos para la agricultura y en especial para la viticultura que requería cuidados permanentes, mano de obra capacitada, poblaciones estables y mercado interno adecuado.
A partir de 1870 comenzaron a darse en el país las condiciones necesarias para el cultivo de la vid en mayor escala y con fines de producción comercial. Luego de muchos fracasos y sinsabores, hombres de gran inteligencia y espíritu de lucha, probando variedades que pudieran adaptarse a nuestro medio alcanzaron la meta: nace la viticultura nacional.
En el departamento de Salto, paraje Saladero de La Caballada, Pascual Harriague luego de varios fracasos en 1860, logró en 1874 formar los primeros viñedos con la cepa francesa Tannat, traída de Concordia (Argentina). Es así que esta variedad en Argentina llamada Lorda en honor del vasco que la introdujo, aquí en Uruguay, lleva el nombre Harriague por el mismo motivo. Este viñedo alcanzó una superficie de 200 hectáreas.
En el sur, en su granja de Colón, Francisco Vidiella en 1876 comenzó a cultivar variedades que había traído de Europa. En 1878 seleccionó una que le llamó Peñarol y luego pasaría a llamarse Vidiella. Esta uva presenta las características de la cepa francesa Folle Noire. Este viñedo alcanzó una superficie de 36 hectáreas.
El 25 de Febrero de 1883 se celebró en la granja de Francisco Vidiella la primera fiesta nacional de la vendimia. Estas dos variedades de uva para vino, Harriague y Vidiella, constituyeron la base de la viticultura uruguaya a las que siguieron muchas otras como Cabernet, Merlot y Malbec, procedentes de España, Francia, Italia, y otros.
En 1893, cuando los viñedos uruguayos habían alcanzado entre las 700 y 1000 hectáreas y la vid era el cultivo de moda, se declaró oficialmente la presencia de la filoxera(1) en el país, lo que obligó a hacer un alto en ese camino de la expansión vitícola. Originaria de Norteamérica, apareció en Gran Bretaña alrededor de 1863 y en pocos años se extendió a toda Europa.
En los comienzos del Siglo XX se produce la primera reconversión de los viñedos del país, transformándose la plantación directa por planta injertada. Esta transformación vino de la mano de la migración europea, principalmente italiana, que con gran empeño se dedicaron al cultivo de la vid, apareciendo una nueva modalidad de productor vitícola que trajo como consecuencia la expansión de los viñedos del tipo familiar.
En 1903 se promulga la primera ley vitivinícola nacional, se reglamenta la producción y comercialización del “vino natural”.
En 1904 los primeros datos oficiales indicaban que había alrededor de 3.600 hectáreas de viñas y 445 bodegas. En 1905 las bodegas aumentaron a 559 y en 1910 los viñedos pasaron a 6.100 hectáreas.
Este crecimiento fue constante hasta 1950 donde se estimaba una superficie de 19.000 hectáreas y más de 80 millones de plantas. Luego de permanecer estable por alrededor de 20 años se produce un descenso y en el año 2000 se contabilizan alrededor de 30,2 millones de plantas. En el año 2004 (según datos de INAVI) existen 2.389 viñedos, con una superficie total de 8.583 hectáreas y 29.275.742 plantas.
La gran expansión de los viñedos uruguayos fue acompañado por la creación de institutos que ayudaron en la investigación, enseñanza, competitividad y tecnología que le dieron vitalidad a la producción vitivinícola:
En 1906 se crea la Facultad de Agronomía dependiente de la Universidad de la República.
En 1940 se funda la Escuela Industrial de Enología.
En 1957 se creó el primer Sistema de Advertencia para enfermedades de la vid.
En 1987 se crea el Instituto Nacional de Vitivinicultura (I.NA.VI.).
A partir de 1889 se produce una transformación muy profunda en las estructuras productivas, industriales y comerciales de la vitivinicultura uruguaya. Se consolidan las plantaciones de nuevos viñedos sobre la base de variedades de verdadera y reconocida calidad y por consiguiente la producción creciente de vinos de calidad.
Con la creación del MERCOSUR (1991) se producen cambios políticos, socio- culturales y económicos en la economía uruguaya lo que trajo como consecuencia la necesidad de cambiar las estructuras de producción y comercialización. En 1995 Uruguay organiza la 75ª Asamblea Mundial. Esta asamblea fue de vital importancia ya que abrió las puertas al mercado mundial para la exportación de vinos finos uruguayos.
A partir del año 2000 al estar llegando a su madurez las nuevas plantaciones efectuadas en los años 80 y 90 comenzaron a dar sus frutos. En su orden los años 2000, 2004 y 2002 han sido los mejores. Esto se debe a la aplicación de nuevas técnicas de elaboración, un clima favorable (caluroso), a la calidad y cantidad de uvas cosechadas.
Se producen actualmente, entre las distintas variedades de vinos, más de 90 millones de litros, de los cuales el 80% corresponden a vino de mesa o vino común y el resto, menos de un 20%, a vinos finos (V.C.P.). El consumo interno está calculado en 30 litros por persona al año. Solo un 3% de la producción es con destino a la exportación.
(1) Filoxera: Insecto hemíptero parecido al pulgón. Parásito de la vid que se desarrolla en las nudosidades y tuberosidades de las raíces. Se alimenta de los jugos que deberían llegar a los órganos aéreos, provocando sequía interna en las plantas y escases de nutrientes que junto con la entrada posterior de hongos o bacterias parásitas provocan la muerte de la planta. Se combate replantando el viñedo con raíces de ciertas vides americanas resistentes al insecto, sobre las que se injertan las variedades que se desean cultivar.